A propósito de la bicameralidad propuesta por el presidente Martín Vizcarra, el constitucionalista Enrique Bernales nos lleva por un viaje en el tiempo. El recuerdo de un Senado solemne y lleno de sabiduría en el que debatían los grandes pensadores. Eran otros tiempos.

¿Cuándo nace su inquietud por el Senado? 

Después de haber sido profesor y director en el colegio Guadalupe, mi padre se jubiló de la docencia y postuló con muchos méritos al Senado donde ocupó la plaza de jefe de la sala de asesores jurídicos. Era un Senado distinto, ser asesor jurídico significaba ser abogado de primer nivel y siempre lo escuchaba hablar de su trabajo. Recién cuando cumplí 15 años decidió llevarme al Congreso de la República. Pude entrar a una sesión y quedé impresionado por el boato, la solemnidad. El vitral que existía ahí, las columnas del hemiciclo del Senado. Recuerdo que vi como orador al gran historiador Raúl Porras Barrenechea. Su exposición duró alrededor de una hora, todos lo escuchaban con un silencio absoluto para al final estallar en aplausos. El presidente del Senado era nada menos que el poeta José Gálvez Barrenechea. Entre los senadores estaba José Antonio Encinas y en el otro extremo estaba don Julio de la Piedra. Todos intervenían con una certeza y un conocimiento que yo recuerdo haberle dicho a mi padre: Papá, esto parece una universidad, y me respondió: el Senado es la mejor universidad del Perú.

¿Qué preparación tenían los senadores en ese entonces?

Por ejemplo, Porras también era profesor y nos enseñaba en la universidad el curso de los límites. Y cuando Porras dictaba, prácticamente no había mas clases que la suya. Se cerraban las puertas del Aula Magna y profesores, alumnos, todos, corríamos a sentarnos. Duplicábamos el aforo. Nadie podía perderse una de sus clases. Al Senado de antes yo le llamaría la aristocracia de la inteligencia, estaba lleno de profesores de la San Marcos, de la Católica, grandes abogados, grandes médicos, empresarios muy importantes.

¿Y cómo era la Cámara de Diputados?

Digamos que la cámara de diputados era el debate encendido, el día a día, la confrontación política intensa que no iba mucho con mi carácter. El senado era más bien lo apacible del conocimiento. Aunque el mínimo de edad era 35, yo había visto siempre que la composición era con señores de 50 o más años pero Barrantes me dijo que sea senador a los 38 y me parecía que aun era muy joven. Sin embargo, insistió.

¿Qué opina un hombre de izquierda de esa época sobre la izquierda actual? 

La izquierda a la que yo pertenecí es muy distinta de la actual, de hecho, yo sostengo que la izquierda ha desaparecido, que no hay izquierda en el Perú. Lo que hay son posiciones, muy respetables, pero con escasa formación y sobre todo con una cerrazón intelectual que para mí es inaceptable. Yo soy de la izquierda que fundó de cierto modo Alfonso Barrantes, con una convocatoria al estilo de Arguedas, o sea de todas las sangres. Y recuerdo que Barrantes dijo una cosa muy clara: el que quiera hacer comunisimo o maoísmo no tiene lugar en Izquierda Unida, aquí tenemos que unirnos todos en base a un programa, en base a lo que el país necesita que es democracia, libertad y que se eliminen las desigualdades. La IU era una fuerza democrática con gran capacidad de convocatoria. 

 ¿Algo así como el socialismo europeo? 

 Sí. 

¿Pero aplicado en el Perú funciona igual?

No. Es distinto porque nos ha faltado educar a la gente en el sentido del deber, en el sentido de la obligación, de cotizar, de pagar impuestos, de generar ingreso para recibir beneficios. Esa es la sociedad de bienestar. Como lo que sucedía con el socialismo de Suecia, me quedé asombrado. El pago del impuestos podía llegar hasta el 40% del ingreso, pero aquí con esa cantidad el contribuyente te mata y eso que pocos somos los que pagamos impuestos. La verdad es que no se puede hacer un socialismo democrático si el Estado no tiene la capacidad de generar ingresos por el pago de impuestos, porque abre la economía al sector privado. 

¿El no poder crear un socialismo como el europeo hizo que su lucha cambiara? 

Cuando el sectarismo destruyó IU y murió la izquierda en el 89, yo me di cuenta de que habíamos perdido la oportunidad de construir el país desde un socialismo democrático. Una de las cosas que más mató a la izquierda fue Sendero Luminoso. Entonces creían que Sendero Luminoso e IU eran lo mismo, que todos matábamos. Pero nosotros no matábamos, por el contrario nos mataron más de 1.200 dirigentes populares, incluidos Moyano y Huilca. Yo me dediqué a la docencia. 

¿Cuándo el Congreso se convirtió el que hoy conocemos? 

Creo que el gran quiebre comienza, primero porque los gobiernos democráticos, tanto el de Belaunde como el de Alan García no fueron buenos gobernantes. Segundo, por la ola de destrucción de partidos, sobre todo de la izquierda que hizo SL, y tercero porque llega el fujimorismo, se llena de dinero, abre la economía y comienza a hacer mucha obra pública sobre la base de políticas de un existencialismo populista. Yo diría que ahí se produce un gran proceso de deserción de la política. La gente comenzó a descreer y a pensar en gobernantes pragmáticos tipo Fujimori, que regala cosas y además construye carreteras. Así, la política fue copada por el fujimorismo, que en ese sentido fue terriblemente corruptor de masas, la gente no se da cuenta de eso, pero las masas comenzaron a creer más en el dinero fácil que en el esfuerzo del trabajo. 

¿Actualmente existen perfiles idóneos para un buen Senado?

 Sí existen. Hay buenas universidades como la Católica, que tiene una escuela de política; la San Martín, que tiene el Instituto de Gobierno, el Postgrado de Ciencias Políticas en San Marcos; o egresados de la San Antonio Abad de Cusco, la San Agustín de Arequipa; entre otras casas de estudio. Pero no hay que llenar el Senado de abogados o economistas. Debe haber categorías que comprendan los problemas reales del Perú, de preferencia de tipo multidisciplinario. Evidentemente deben tener una sólida formación. 

¿Hay esperanza entonces? 

Siempre, pero si las oportunidades no se aprovechan desde quienes están instalados en cargos con responsabilidades, el cambio va a venir desde abajo, desde lo que se llama antisistema. Y cuidado que llegará un Antauro Humala, que tiene todas las opciones del mundo y las tendrá mientras creamos que la política se agota en lo presencial del día. Así no se puede construir un país. 

Enrique Bernales es profesor de gestión pública en el Instituto de Gobierno de la San Martín, de régimen político en el Postgrado de la Católica, director de la tesis en la Universidad Católica y dicta derecho constitucional -en primer año- en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. En sus tiempos libres prepara óperas y apoya a jóvenes cantantes peruanos.
EB recomienda que un nuevo Senado tenga antropólogos, sociólogos, economistas, politólogos, lingüistas, expertos en comunicación. Que exija una sólida formación de tipo multidisciplinaria y además una hoja de vida impecable.